lunes, 22 de agosto de 2011

Maqueta topográfica de madera de bubinga

JC es un cliente de la casa, titular de un estudio de arquitectura, que tenía una maqueta topográfica que entregar, hecha toda ella en madera, y un plazo de entrega perentorio que se iba agotando. Era el 2007, había mucha actividad, y éste cliente no encontraba un taller que le hiciera la maqueta. Hablando con él y con un conocido que se dedicaba al fresado por cnc - por aquellas fechas nosotros no teníamos aún nuestra propia sección de control numérico - vimos que era factible el llevar adelante el proyecto, colaborando entre todos.

Cuando estuvo en nuestra empresa, al cliente le sedujo el contraste que hacía el oscuro de la bubinga, con vetas sinuosas y salvajes, con la clara sobriedad del boj americano, madera clara, sedante, armoniosa. Y tenía desde entonces claro que las iba a utilizar para la maqueta, confeccionando el terreno y las capas con la bubinga, y las edificaciones ( todo el "caserío" decía ) en boj, además de unas partes que iban en metacrilato, para simular el mar: se trataba de la maqueta de un plan de urbanismo de un ayuntamiento costero de la provincia de Granada.

Lo que condicionaba el trabajo era, por un lado, las dimensiones finales de la maqueta ( 250x145cms ) y por otro lado el plano de trabajo de la fresadora cnc, ya que la misma solo admitía piezas como máximo de 100x70cms. Ello motivó que hubiese que seccionar el trabajo por áreas que una vez trabajadas tuviésemos que unir entre sí en el taller. Por ello, primeramente fuimos elaborando la madera de bubinga según el repertorio de medidas, y una vez obtenidas todas las piezas, las llevamos al taller de Enrique, que era el que se encargó del fresado. Él ejecutó todas las curvas de nivel, los contornos de las piezas, los relieves, todo ello en bubinga, y con la madera de boj ya preparada que le facilitamos confeccionó las piezas que representaban las edificaciones.

Una vez que tuvimos todo el material ta fresado en nuestro taller, vino el trabajo de ir uniendo las piezas, tanto adyacentes entre sí, como superpuestas unas a otras, la maqueta tenía partes de una considerable altura. Lo más importante era que en las uniones no se rompiese la continuidad de las curvas de nivel, por lo que el trabajo de encoladura de piezas fue arduo y laborioso.
Según se iban encolando, las piezas se situaban sobre un tablero contrachapado de 30mm de espesor, al que le habíamos hecho una pieza exterior perimetral en madera de bubinga, enmarcando todo el trabajo.

Cuando la última encoladura estaba practicada y se dieron los retoques finales de lija a mano ( siempre hay algo de cola que al apretar sale por las uniones, eso es buena señal pero hay que limpiarlo ) vino el cliente con dos colaboradores y en un fin de semana se montaron todo el caserío y clavaron cientos y cientos de clavitos, en los que pusieron unas bolitas de madera de haya para simular el arbolado: éste trabajo minucioso, netamente de maquetismo, es el que quedamos con el cliente que se lo tenía que hacer él, facilitándole por nuestra parte el trabajar un sábado y un domingo en nuestras instalaciones.

La maqueta al final tenía, ya acabada, un peso de unos 500 kilos. La cargamos con la carretilla elevadora en una furgoneta de alquiler con la que el mismo cliente se la llevó al lugar de destino, la misma localidad granadina que se representaba. Eso sí, nos dijo que para descargarla hicieron falta diez fornidos ayudantes.







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