Manolo se enamoró del tablón de nogal español que vio en nuestra empresa, enseguida dijo "de ahí vamos a sacar una mesa, no se os ocurra venderlo". La verdad es que era una pieza única, un tronco de nogal que daba cinco o seis tablones de dimensiones interesantes, y todos ellos bien sanos, sin nada de corazón ( que es donde a veces la madera presenta coqueras, grietas, fendas y otros defectos ). El caso es que lo apartamos y en pocos días ya teníamos claro lo que quería nuestro amigo y cliente de Sevilla.
Se trataba de convertir el tablón en una mesa baja, practicando unas mínimas mecanizaciones: la superficie había que igualarla y tamizarla a base de lijadora, ya que por el ancho del tablón no se podía meter en la cepilladora. El contorno del tablón, los cantos naturales que presentaba, no había ni que tocarlos ya que era precisamente lo que más le gustaba al cliente, la sensación de naturalidad, todo lo más los lijamos con borla para quitar impurezas, con el fin de que agarrase el barniz ( ya que éste trabajo iba acabado ). Y teníamos que incorporar dos peanas o patas para hacer que eso fuera una mesa baja, y bien baja que la quería.
Una vez hechas éstas sencillas mecanizaciones, vino a domicilio el barnizador, que a muñequilla dio en dos sesiones el acabado deseado. Luego vino lo gordo, que fue el embalar el pedido ...... y llevarlo al lado de Sevilla, para subirlo a un cuarto piso, una mañana de Junio en la que, como dicen por allí "hasía musha caló".
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